Sin mayores beneficios que puedan verificarse por ahora en las encuestas, la expresidenta logra al menos mantener un pleno protagonismo de cara a los comicios. Una situación que, lejos de incomodar, le agrada al gobierno pues acrecienta la polarización.
Jaqueada por encuestas que le anticipan un panorama oscuro, Cristina Fernández de Kirchner se las arregló esta última semana para ocupar la centralidad de la escena. Lo cual, en este caso, no necesariamente mejora sus posibilidades electorales para octubre. Arrancó volviendo a su medio de comunicación preferido desde hace años, las redes sociales, desde donde difundió una carta abierta dirigida al resto de la oposición y, fundamentalmente, a los votantes de la misma. Llamando a unos y otros a encolumnarse tras ella, votándola como la mejor opción para frenar “el ajuste de Macri”.
Previsiblemente salieron a contestarle aquellos que se sintieron aludidos. Sergio Massa fue el primero, luego su socia política Margarita Stolbizer, y hasta Fernando “Pino” Solanas se anotó en los rechazos cantados, aunque este último -que supo ser precandidato a senador bonaerense en agosto, sin lograr pasar ese filtro- más que a Cristina le habló a su socia histórica de Proyecto Sur Alcira Argumedo, que no pierde oportunidad de declarar que hay que votar a Cristina porque cualquier cosa es mejor que el neoliberalismo del actual gobierno…
Pero el rechazo más sonoro, por tratarse de verdadera astilla del mismo palo, fue el de Florencio Randazzo, que le contestó por la misma vía. En una carta abierta, el exministro del Interior le reprocha a su exjefa no haberle dado la interna y hasta haber provocado con su estrategia de 2015 el ascenso de Mauricio Macri al poder. La tutea, dándole a su editorial un tono coloquial que hace más convincente el rechazo, en el que con ironía le recuerda que alguien muy cercano le dijo a ella que no podía competir “contra su empleado, que vendría a ser yo”, para recordarle a continuación que “por eso te fuiste del peronismo, creaste un partido llamado Unidad Ciudadana”.
El hombre de Chivilcoy hace lo posible para retener lo que pueda del casi 6% que consiguió en agosto, pero nada le rendirá más que ese mensaje público a la expresidenta. Falta mucho todavía hasta el 22 de octubre y puede que el efecto se diluya para entonces, pero no sorprendería que los sondeos muestren estos días que su respuesta a Cristina Kirchner ofició de dique de contención para la fuga de sus votos.
Pero tal vez el revés más sonoro se lo propinó a Cristina el jefe del bloque mayoritario del Senado, Miguel Angel Pichetto, cuya convivencia futura en esa cámara fue puesta en duda en este mismo espacio reiteradamente, pues resulta difícil imaginar a ambos en un mismo espacio. Uno de los K duros del Senado, Marcelo Fuentes, había salido a marcarle territorio después de las PASO al señalar que “quien se sienta incómodo con ella tendrá que abandonar el bloque”. Pero Pichetto cortó por lo sano al terminar con las especulaciones anticipando que la expresidenta tendrá que armar “un bloque propio”. El razonamiento fue el mismo pase de factura de Randazzo: ya que “armó un partido”, que allí se establezca en la Cámara alta.
Para los que descreen de su relación con el PJ, los cristinistas recuerdan que la gran mayoría de intendentes peronistas está con ella. Y así se hace ver la expresidenta ahora cada vez que va a un municipio. Recuerda además que fueron ellos los que la forzaron a ser candidata. “Yo no quería”, le dijo en la semana a Luis Novaresio.
“Es una relación de conveniencia”, confió a este medio un dirigente gremial de diálogo permanente con un intendente de la primera sección, al que le fue muy bien en las PASO jugando con Cristina, pero que pasada la elección encolumnará a sus concejales dentro del partido vecinal que tiene y cuya sigla coincide con su nombre.
La prueba de que en el bunker de Unidad Ciudadana advierten que el camino hacia octubre se les hizo empinado se percibió inmediatamente después de las PASO, cuando se vio a la expresidenta dispuesta a cambiar su estrategia. Comenzando por la relación con los medios, puesto que desde su entorno se aseguró que concedería reportajes, sin discriminación alguna. La propia Cristina contó que se reunió la semana siguiente de las primarias con corresponsales extranjeros y periodistas de medios nacionales. En esos extensos encuentros de los que no trascendieron más detalles que los que ella contó, la exmandataria contestó todo tipo de preguntas y la experiencia le demostró a ella y su equipo de prensa que estaba lista para exponerse tal cual había anticipado.
Cristina, que fue la primera candidata presidencial de la historia contemporánea en competir sin dar reportajes -y así y todo ganó por el 54%- revirtió esa conducta finalmente esta semana al prestarse a una extensa entrevista en la que no aportó mucho más que la novedad de verla interpelada por un periodista sin guión, en una nota sin editar. Dio versiones que se adecuaban a lo que podía esperarse escuchar de ella respecto de temas variados, se disculpó levemente por cuestiones menores, esquivó el tema de la corrupción -sobreactuando su toma de distancia de José López-, y reivindicó una y otra vez los 12 años K. Se victimizó en algunos pasajes, aceptó criticar al régimen venezolano, pero solo para emparentarlo con el gobierno de Macri. Y no dijo nada distinto respecto de la muerte de Nisman, que precisamente ese día había vuelto con fuerza a las primeras planas por un informe lapidario de Gendarmería, que algunos sospechan habría sido el factor que apuró la entrevista.
Consultada sobre el tema corrigió a su interlocutor aclarándole que el informe que trascendió confirmando el asesinato del fiscal había sido “desmentido” por la fuerza, cuando en realidad se trataba de una cuestión de forma de Gendarmería, que lo que negó fue haber emitido un informe conclusivo. Ya se sabe que el mismo, con las conclusiones ya expuestas, será difundido en los próximos días, para desconsuelo del kirchnerismo en general y de Diego Lagomarsino en particular. El colaborador informático de Nisman podría convertirse en el hilo que desate una trama en la que el gobierno anterior no haber tenido nada que ver, pero que innegablemente contribuyó en enmarañar.
Se sabía en qué dirección avanzaba la investigación de Gendarmería, e incluso ya habían trascendido antes detalles que anticipaban estos resultados contundentes, de ahí que también se vinculara la reacción del kirchnerismo respecto del caso Maldonado con el intento de desacreditar a la fuerza y vincular la defensa de la misma por parte de Patricia Bullrich con el referido informe.
En rigor, la defensa oficial de Gendarmería -el arma que ha resultado más eficaz para los encargados de la seguridad en esta administración-, ha cedido terreno ante las evidencias que ponen en tela de juicio el accionar individual de los gendarmes y hoy la pesquisa apunta a verificar si algún miembro de la fuerza podría haber herido a Santiago Maldonado. De todos modos, la investigación que realiza el gobierno pareciera ir más veloz -ahora, no antes- que la del juez Guido Otranto, a quien la Rosada querría ver más activo y, sobre todo, efectivo.
¿El reportaje mejoró las posibilidades de Cristina Kirchner para octubre? Sirvió para la nostalgia de sus seguidores y los denuestos de quienes la rechazan. Pero quienes hacen sondeos permanentes aclaran que no le habría sumado nada. No obstante, en el Instituto Patria estaban desbordantes: consideran que los resultados fueron satisfactorios, que Cristina salió airosa de todas las preguntas y en busca de dar un gran golpe de efecto analizan seriamente participar del debate de candidatos. Sería en “territorio enemigo”, el canal TN, y conllevaría un riesgo grande para ella, pero piensan los K que podría ser la llave que volcara la contienda. Recordemos que está programado para el 18 de octubre, cuatro días antes de la elección y solo se realizaría si la expresidenta confirma su presencia, pues Esteban Bullrich aclaró que debatirá si están todos. Desde su entorno recuerdan que contestarán esta semana, pero no largan prenda; los que la conocen dudan mucho de que acceda a ir.
De las frases que dejó CFK en su reportaje de dos horas, tal vez la más contundente fue la que la muestra dispuesta a excluirse en 2019, “si soy obstáculo para ganar las elecciones”. Esto que muchos vieron como una decisión tomada debería ser considerado con pinzas. Primero, fue la confirmación de que piensa competir por la presidencia; y sobre su prescindencia, llegado el momento admitirá que podría no ganar un balotaje, pero se preguntará quién en la oposición mide mejor que ella.