Basta de impunidad. Como sociedad es hora de rediscutir la Ley Penal Juvenil y transformarla en una herramienta eficaz que cuide realmente a los ciudadanos. Por eso estuve visitando y acompañando a la familia de Dimitri, el ciudadano armenio que fue asesinado a sangre fría por un delincuente de 15 años hace un mes para robarle su bicicleta.
Hay que desarrollar políticas públicas que reinserten socialmente a los menores que delinquen y que perdieron todos los valores. Tiene que haber una justicia rápida y sin puerta giratoria para los que cometen un delito y están dispuestos a todo. La gente está harta y tiene razón.