En la Argentina se calcula que una de cada ocho mujeres que hayan alcanzado los 80 años habrá desarrollado cáncer de mama en algún momento de su vida, según se informó en el marco del «Mes de concientización» sobre esta enfermedad, establecido para octubnre por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente en la mujer, se origina por el crecimiento rápido y desordenado de las células que revisten los conductos de la mama, y si no es tratado de manera temprana, puede avanzar hacia otras regiones del cuerpo, principalmente los ganglios linfáticos axilares.
Francisco Terrier, miembro de la Sociedad Argentina de Mastología, destacó que «una de las características más importantes del cáncer de mama es su alta incidencia: en Argentina se detectan entre 15.000 a 20.000 nuevos casos por año».
Aunque la enfermedad no puede evitarse, es posible realizar lo que se conoce como prevención secundaria, que consiste en el diagnóstico precoz de la enfermedad para comenzar el tratamiento en sus etapas iniciales, con terapias menos agresivas y con mejores resultados. La detección precoz, entonces, se presenta como el principal aliado en la lucha contra el cáncer de mama.
«Dado que la enfermedad es asintomática en sus inicios, en esta etapa sólo se puede detectar el tumor mediante la realización de estudios mamarios de control con el mastólogo y la mamografía anual. Este es el momento ideal para diagnosticarlo – lo que se denomina «diagnóstico precoz» o «detección temprana»-, porque la ausencia de síntomas no significa que no puede tenerse un cáncer de mama», explicó el especialista.
La detección temprana del cáncer de mama se logra realizando los controles periódicos con estudios de imágenes en las mujeres que no tienen ningún síntoma.
«La Sociedad Argentina de Mastología recomienda realizar una mamografía en forma anual a partir de los 40 años en las mujeres que no tienen antecedentes en su familia. En caso de tenerlos, se sugiere iniciar los controles 10 años antes de la edad de presentación en el familiar», mencionó el mastólogo.
Además, el experto indicó que «cuando ya está presente algún síntoma, significa que hemos salido de la etapa inicial, asintomática».
«El signo más frecuente es sin ninguna duda la palpación de un tumor, nódulo o dureza en la mama. Hay otros síntomas de menor ocurrencia, como ser las retracciones o hundimientos en la piel o el pezón, el enrojecimiento a nivel de la piel de la mama, la descamación del pezón, el derrame de sangre por el pezón y la palpación de un bulto en la axila. Cuando una mujer detecta alguno de estos signos, debe consultar inmediatamente al especialista para aclarar su origen», detalló.
Si bien el cáncer de mama puede afectar a cualquier mujer y ninguna queda exenta de esta posibilidad, se han identificado factores que pueden aumentar el riesgo de tener la enfermedad, y se dividen en dos grandes grupos: los no modificables y los modificables.
«Los principales factores de riesgo no modificables -es decir, aquellos que no se pueden evitar- son ser mujer y la edad, ya que la posibilidad de desarrollar cáncer de mama aumenta con los años.
Tener antecedentes familiares de cáncer de mama también aumenta el riesgo, pero este factor debe ser considerado en su justa medida, dentro de un abanico muy amplio de posibilidades asociadas a la cantidad de familiares que tuvieron la enfermedad, el grado de proximidad del parentesco, la edad de ocurrencia de ese caso, entre otros que evaluará el mastólogo en la consulta», ahondó Terrier.
No obstante, el especialista aclaró que «tener un factor no implica necesariamente que se vaya a tener cáncer de mama, sino que el riesgo de desarrollar la patología es mayor, por eso las pacientes en estos casos deben tener algunos cuidados `extras´ que definirán con el especialista, como por ejemplo comenzar antes los controles cuando tienen antecedentes familias».
Los factores modificables son aquellos sobre los que podemos tomar medidas para corregirlos y así disminuir el riesgo de cáncer de mama, y por ello el especialista hace especial hincapié.
«Es fundamental cuidar el peso, ya que la presencia de sobrepeso -especialmente después de la menopausia- aumenta la posibilidad de desarrollar la enfermedad. También es recomendable moderar el consumo de alcohol, no fumar y analizar detenidamente la utilización de terapias de reemplazo hormonal», comentó.
Además de sus implicancias generales en tanto enfermedad oncológica, el cáncer de mama se diferencia de otras enfermedades malignas en la agresión que el tratamiento implica a la imagen femenina y su afectación tanto física como psicológica.
«Si bien las pacientes asumen estos efectos secundarios como parte del proceso necesario para lograr la curación, la preocupación por el tratamiento quirúrgico y la afectación que éste genera en la imagen corporal femenina es muy importante, fundamentalmente en los casos en los que es necesario extirpar toda la mama (mastectomía), así como también los efectos indeseados de la quimioterapia, principalmente la pérdida temporal del cabello», reconoció el médico.
Asimismo, dijo que «en la mayoría de los casos, contamos con la posibilidad de realizar una cirugía de reconstrucción mamaria, y siempre que no exista una contraindicación, ésta puede llevarse a cabo en el mismo momento de la mastectomía, minimizando así las secuelas físicas y psíquicas de ésta.».
Afortunadamente, gracias a los avances científicos que se logran año a año, el porcentaje de cura es mayor y con tratamientos menos agresivos.
«Si bien no podemos decir que la curación se de en el 100 % de las pacientes, se aproxima cada vez más, sobre todo en los casos de diagnósticos precoces o iniciales», indicó Terrier.
Ante los múltiples pero no siempre certeros mensajes que se difunden durante «el Octubre rosa», el mastólogo afirmó: «El mejor diagnóstico es el que se hace a través de estudios de control en pacientes sin síntomas, ya que si el nódulo es detectado por la mujer en su autoexamen mamario quiere decir que ya tiene un tamaño más grande (mayor a 1 cm), lo que permite que sea palpable».
«Entonces, el autoexamen mamario sirve y debe difundirse, enseñarse y recomendarse para que la mujer pueda conocer sus mamas y detectar la aparición de algún signo de alarma en los meses intermedios entre la última consulta con el mastólogo y la próxima, pero nunca reemplaza la mamografía ya que, a diferencia de ésta, el autoexamen no permite la detección temprana del cáncer de mama», concluyó.