martes, noviembre 12, 2024

DÍA DEL TEATRO NACIONAL Y RIOPLATENSE: UN HOMENAJE A PEPE PODESTÁ

Por José Narosky

“El arte necesita del artista. Pero el artista respira….por el arte”.

Cada 6 de octubre se celebra el Día del Teatro Nacional y Rioplatense. Porque ese día, en 1858, nacía en Uruguay quien es considerado el creador del mismo: José Juan Podestá, más conocido por “Pepe Podestá” y también por “Pepino el 88”, así llamado por una indumentaria que usó en sus tiempos de payaso de circo.

Juan José Podestá, un símbolo del teatro en la Argentina y Uruguay.

En una ocasión su compañía teatral realizaba una gira por la provincia de Buenos Aires. Habían comenzado en Arrecifes, con la obra Juan Moreira, del autor argentino Eduardo Gutiérrez. Y decidieron allí, por primera vez, dejar la mímica ampulosa, que era tan habitual entonces, especialmente en los circos donde actuaban.

También empezaron a difundir la obra de importantes autores argentinos de la época, como Martín Coronado o Martiniano Leguizamón, y la de un compatriota uruguayo, Florencio Sánchez.

Un hecho no común fue que un matrimonio italiano, de apellido Podestá, se había radicado en Montevideo. Siete de sus hijos fueron actores teatrales y tres de ellos se destacaron muy especialmente: Pablo Podestá, 17 años menor que Pepe, Gerónimo, y nuestro hombre de hoy: Pepe Podestá.

Finalizada la gira por la provincia de Buenos Aires, Pepe Podestá, trajo la obra teatral Juan Moreira a la Capital. La presentaron en una especie de corralón que había en la esquina de Montevideo y Sarmiento. Le agregaron algunas escenas, una de éstas, interpretada por Podestá, incluye a un italiano para nada acriollado, al que llamaban «Cocoliche”, que era el apellido de un peón calabrés muy correcto, pero también muy cerrado en su idioma natal y que colaboraba con la compañía en tareas no actorales, sino de limpieza, fundamentalmente.

El personaje de “Cocoliche”, que interpretaba Pepe Podestá, tomó una inesperada fama. Tanto es así que, al llegar una masiva inmigración italiana en el siglo XIX y a principios del XX, a las dificultades idiomáticas lógicas de los recién llegados al país se les decía que hablaban “Cocoliche”. Incluso en la obra teatral Mateo, de Armando Discépolo, el hermano de Discepolín, se repite varias veces el término “Cocoliche”, como sinónimo del simpático idioma de los inmigrantes italianos.

Pepe Podestá vivió casi 80 años. Decían que tenía un carácter fuerte, junto a una nobleza y generosidad no comunes. Y una anécdota con respecto a estas virtudes.

Se cuenta que un hombre de unos 45 años se presentó ante él diciéndole:

«He perdido a mi esposa y a mi hijo en un accidente. Ya no tengo motivos para vivir». Y agregaba: «He decidido suicidarme. Pero antes quise conocerlo personalmente».

Y Pepe Podestá, realmente emocionado, le dijo: «Usted todavía es joven. ¿No tiene algún otro incentivo para vivir?»

-Sí. Contestó el hombre. Hubiera querido ser actor de teatro, pero me han rechazado reiteradamente.

En ese momento, Pepe Podestá, con auténtica nobleza, le dijo sin que el hombre se lo solicitara: «Le tomaré una prueba. Nos están faltando actores», le mintió con bondadosa comprensión. Y rápidamente le pasó un texto.

-¿Se anima a interpretarlo ahora?

-Si, me animo, Sr. Podestá.

La prueba resultó desastrosa. El hombre no demostró la menor aptitud actoral. Pepe Podestá se desorientó. Rechazarlo era cerrarle la última puerta a la vida.

Entonces le dijo:

-Venga mañana a verme y le daré mi respuesta.

Y su sensible corazón, más que su mente, le dictó un plan.

Escribiría una obra muy breve, con un personaje sordomudo, papel que interpretaría el hombre que lo había visitado. Cuando este volvió al día siguiente, Pepe le dijo al pobre hombre:

-Hay un personaje sordomudo en una obra. ¿Se atreve a hacerlo sin sentirse desmerecido?.

-Me animo. Y se lo agradezco mucho.

Así, nuestro personaje salvó la vida de un ser humano. Tiempo después el casi suicida fue incorporado al elenco. Posteriormente, se casó con una actriz de la compañía. Había recuperado la fe en la vida.

Creo que esta anécdota revela la alta dosis de humanidad del actor.

Pepe Podestá vivió un largo tiempo en la ciudad de La Plata, en la que falleció en 1937. Un viejo e importante teatro de esa ciudad se denomina hoy, precisamente, con su nombre: Coliseo Podestá.

Y quiero rendirle este homenaje en forma de aforismo:

«Hay quien nace para crear dolor. Pero hay quien nace para mitigarlo”.

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