La falta de chapas metálicas generó que haya más de medio millón de autos circulando con una patente de papel pegada en los vidrios. Cómo funciona la fiscalización de velocidad en estos casos.
Aunque los radares de velocidad que están homologados en Argentina funcionen vinculados a una cámara que toma una serie de fotografías a cada vehículo que exceda el límite permitido en calles o rutas, actualmente hay un número muy alto de automóviles y motocicletas en todo el territorio nacional que probablemente no reciban este tipo de infracciones de tránsito si sus conductores las cometieran.
Se trata de los autos que no tienen chapas patente sino las conocidas matrículas provisorias de papel que distribuye la Dirección Nacional de los Registros de la Propiedad Automotor (DNRPA) a través de las seccionales de todo el país, para permitir que los vehículos 0 km puedan circular por la vía pública hasta recibir las placas metálicas permanentes.
Sin embargo, a diferencia de lo que muchos creen, el motivo por el cual no se elaboran fotomultas por exceso de velocidad a estos vehículos no es una imposibilidad técnica de los radares para leer la combinación de números y letras de color rojo sobre papel blanco de las matrículas provisorias, sino un motivo estructural que va más allá del método de detección de la infracción y que también podría ser el que impida que una persona física pueda elaborar una multa: la falta de registro de esos vehículos en el sistema.
“Nosotros mandamos a los Registros con los que trabajamos el pedido de alta de un vehículo y ellos nos mandan el título digital y las matrículas de papel con los datos del auto. Esas placas las pegamos en los vidrios y entregamos el vehículo en esa condición”, dicen en las concesionarias.
“Tenemos un lote de matrículas provisorias y a medida que llegan las altas, los vamos confeccionando con los datos del vehículo. Si alguien por alguna razón las pierde y necesita una matrícula nueva, no se lleva el mismo número que tenía, sino el que sigue en el talonario que tenemos”, comentaron desde un Registro Automotor del interior del país.
En efecto, la extensión de una matrícula de papel es un trámite que se hace en las 1.553 dependencias del Registro de la Propiedad Automotor distribuidas en todo el país, al momento de registrar por primera vez un auto o moto 0 km. Cada registro tiene un lote de estos documentos provisorios a los que se les deben agregar los datos del vehículo que los portará, como marca, modelo, número de chasis y número de motor, y folio en el que se registra. Pero una vez que son librados para su uso, esa información no se ingresa al sistema como el dominio del vehículo porque éste ya tiene asignada la que será su identificación definitiva, es decir, su número de patente. La información queda en la dependencia en la que se hizo el trámite.
Así, aunque una cámara de fiscalización de velocidad detecte el paso de un vehículo en infracción y tome una fotografía en la que se pueda leer la información de la matrícula provisoria, para las autoridades será muy difícil emitir la multa porque no se cuenta con la información de la identidad del titular del auto o moto al que se debe enviar la notificación. La única manera de conocer esos datos sería detectar en qué Registro Automotor se emitió esa matrícula provisoria, ir a esa dependencia o comunicarse con la misma por otro medio, solicitar los datos filiatorios del titular de esa patente de papel, cargarlos manualmente y emitir la infracción.
En la teoría, ese proceso es posible, con lo que hay un modo de multar a un vehículo con una matrícula provisoria, pero al momento de llevarlo a la práctica resulta una tarea muy compleja, ya que esas matrículas pueden haber sido emitidas en cualquier jurisdicción del país y por la cantidad de autos que no tienen las chapas definitivas y la extensión del territorio, cada búsqueda podría demandar mucho tiempo pero también muchos recursos humanos para obtener la información.
“Esas multas no se hacen, es casi imposible rastrear el auto aún si se pudiera leer correctamente la patente de papel porque en el sistema nacional está cargado cada auto con su dominio, que no es esa placa provisoria sino el número de la patente de chapa que tendrá cuando se la entreguen”, confirmaron desde uno de los organismos de control municipal de la provincia de Buenos Aires.
“En motos es más precario todavía, porque como no se puede poner una placa de papel, sólo se emite un permiso de circulación que tiene los datos de la persona y del vehículo, pero que no es visible”, señalaron desde un Registro del Automotor de motovehículos.
Cómo funcionan los radares
Los radares homologados en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), los únicos que están habilitados para emitir infracciones por exceso de velocidad, funcionan por medio de un sistema de detección de velocidad colocado en el piso de la vía pública a través de sensores llamados espiras. El principio básico de funcionamiento es la medición del tiempo transcurrido entre la detección del vehículo pasando por sobre estos sensores, con lo que se obtienen dos medidas independientes del vehículo que es objeto de la medición.
Las fotos se almacenan en una memoria SD a la que se puede acceder tanto por WiFi como retirando la tarjeta misma del equipo. Una vez que se obtiene la información encriptada de los registros de velocidad y las fotos correspondientes a ese registro, se emiten las multas. Este no es un trabajo automático sino una tarea que llevan a cabo personas físicas, por lo que si el vehículo tiene una matrícula de chapa o una provisoria de papel que se pueda leer en la foto, la infracción podría elaborarse.
Sin embargo, como la mayoría de los vehículos tienen polarizados los vidrios posteriores donde debe colocarse la matrícula de papel desde el interior, si la tonalidad es mayor a la permitida en la Ley Nacional de Tránsito 24.449 (la norma establece que se puede tonalizar hasta un 30% las ventanas laterales y hasta un 25% parabrisas y luneta), podría ocurrir que las matrículas puedan no leerse fácilmente.
Las matrículas de papel
Las matriculas de papel son un instrumento provisorio que históricamente se otorgaron de manera provisoria al momento de comprar un vehículo cero kilómetro en Argentina. Aunque su validez podía ser de hasta 30 días, normalmente se solía usar durante un lapso más breve de tiempo, entre 7 y 10 días, mientras se hacía el trámite de alta en un Registro de la Propiedad Automotor, desde donde se emitían el título de propiedad, la cédula de identificación del automotor conocida como cédula verde, y las patentes de metal que se colocan en la carrocería de los vehículos.
Sin embargo, ante el retraso que Casa de la Moneda tuvo a partir de 2023, primero para importar materiales para confeccionar las chapas por falta de dólares, y luego, ya en 2024, por la decisión del gobierno nacional de eliminar el monopolio a esa empresa para que sea la única que puede confeccionar todo el material registral de los vehículos que circulan por la vía pública, el parque automotor argentino empezó a padecer la falta de chapas metálicas, lo que obligó a las autoridades del Ministerio de Justicia, a extender la validez de las matrículas provisorias hasta los 180 días.
Actualmente, la nueva empresa proveedora de placas metálicas, Tonnjes Sudamericana S.A., se encuentra imprimiendo chapas a ritmo sostenido para restablecer el flujo de matrículas en la menor cantidad de tiempo posible. Esta tarea, sin embargo, probablemente demande varios meses todavía, ya que al stock de chapas atrasadas, calculado en más de 600.000, se debe sumar un mercado automotor que registra ventas un 80% por encima de los números de 2024, a razón de casi 55.000 automóviles y otras 40.000 motocicletas por mes.