“La modestia del genio contiene orgullo. Pero es siempre íntimo”.
Hace tiempo, se estrenó en Buenos Aires una película argentina, documental, con este título: “Bialet Massé, un Siglo Después”.
Muchos sabrán que hay un pueblo en la Pcia. de Córdoba, que lleva precisamente el nombre de Bialet Massé.
Y considero que menos aún conocen que en el Barrio de Flores, en Buenos Aires, hay una callecita de sólo dos cuadras con ese mismo nombre.
Vamos a entrar en la personalidad de este hombre.
Era español, había nacido en Cataluña en 1846. Allí, se recibió de médico a los 22 años.
Cinco años después, llegó a la Argentina. Se radicó en Mendoza.
Lo designaron Profesor de Anatomía en el Colegio Nacional y luego Vicerrector.
Teniendo 28 años, se casó con una hermosa muchacha sanjuanina, nieta de Francisco Laprida, que había sido Presidente del Congreso de Tucumán que declaró nuestra Independencia.
Se radicó en San Juan. Allí, fue designado Rector del Colegio Nacional de esa provincia.
Teniendo 30 años, este médico decidió iniciar la carrera de Derecho.
A los 33 años –¡en sólo 3 años! y con medalla de oro- se recibió de abogado.
Como premio por sus calificaciones, lo designaron, Profesor de la Facultad de Derecho.
En la Facultad de Medicina, ya era Profesor de Medicina Legal. Posteriormente se radicó en Córdoba.
Publicó libros de Medicina y de Derecho, que lograron mucha trascendencia.
Uno de ellos, ganó el Primer Premio de la Academia Nacional de Medicina.
Bialet Massé, además de ser un Profesor comprensivo aunque exigente, era simultáneamente, un humanista.
Solía invitar a los alumnos de sus cursos, a su modesta casa de las afueras de Córdoba. Allí futuros Escribanos y Abogados y también avanzados estudiantes de Medicina, recibían –por supuesto que desinteresadamente- clases de sus respectivas materias, hasta altas horas de la madrugada.
Pero Bialet Massé era un hombre frágil. Los médicos le aconsejaron disminuir sus tareas. Pero él no les obedeció. Por el contrario, con un socio, más práctico que él, se hizo empresario, renunciando a sus Cátedras; y además, como si fuera poco, aparte de ser médico y abogado, estaba estudiando Ingeniería, carrera que finalizó a los 60 años, meses antes de morir.
Y siendo todavía estudiante de Ingeniería, descubrió las propiedades de fragua que tiene la cal hidráulica cordobesa.
Entonces con su socio, instalaron una fábrica de cales y cementos en el Valle de Punilla.
El Gobierno de Córdoba les encargó, en ese momento, la construcción del dique San Roque.
En poco tiempo terminaron la construcción del dique, que era en ese momento el más grande del mundo.
Pero Bialet Massé, que era un hombre íntegro y que tenía la sana ingenuidad de los nobles de espíritu, había perjudicado con su pequeña fábrica, a poderosas empresas extranjeras, que compitieron para construir el dique. Para esas empresas, él era considerado un enemigo.
Y lo calumniaron e hirieron con mentiras, ya que no podían herirlo con verdades.
Se lanzó una campaña en su contra.
Él ignoraba, inteligente como era, que cuanto más alto sube el hombre, vientos más fuertes soporta.
Era tan grande la prédica opositora, que llegaron a augurarle el derrumbe del dique.
Peritos comprados por las grandes empresas, avalaron la injusticia y la falsedad.
Y no sólo le llegó la ruina económica.
A los 47 años, fue incluso detenido y enviado a la cárcel, con falsos argumentos.
13 meses de prisión lo destruyeron física y moralmente.
Finalmente, resultó absuelto.
Pero se sentía definitivamente vencido.
Vivió algunos años más entre internaciones en hospitales y períodos de convalecencia, hasta un 22 de abril de 1907 en que teniendo tan solo 60 años, comenzó a mirarnos desde el cielo.
Y un aforismo final para este hombre ejemplar y modesto, que quiere ser un homenaje a sus valores espirituales.
“La gloria suele acariciar, a los que no la buscan…