Cuando el dolor muere, nace la nostalgia”.
Hace muchos años, siendo quien les habla un adolescente, una película americana, tocó mi sensibilidad.
Se llamaba “Beau Geste”.
La protagonizaba un famoso actor de aquella época, Gary Cooper y su tema aludía a una institución que parecía poseer, para mis jóvenes ojos, una mezcla de valor y romanticismo en sus integrantes. Me refiero a la “Legión Extranjera”.
En la película, la Legión peleaba contra feroces beduinos del Sahara, que combatían montados en camellos.
Muchos años después, pude conocer algunos detalles de esta agrupación.
Por ejemplo, que dependía de Francia y que su cuartel estaba en África, en Argelia exactamente, por entonces colonia francesa.
Fue creada un 10 de mayo de 1831, por el Rey Luis Felipe de Orleans.
Y supe, sorprendido, que la componían, en alta proporción, prófugos de la justicia, homicidas, hombres fracasados, ex convictos, etc.. ¿Por qué esta circunstancia?.
Porque el reglamento de la Legión, imponía no preguntarles a los voluntarios –que lo eran- su origen, su religión o sus antecedentes.
En muchos de los voluntarios, se notaba un dejo de tristeza.
Es que, donde hubo remiendos, siempre se notarán las costuras. Porque de ataduras rotas, suelen quedar marcas. Además, recuerdos viejos, suelen traer dolores nuevos.
No se aceptaban franceses. Había hombres de todas las nacionalidades, en especial alemanes, húngaros e ingleses.
Actualmente, la conforman voluntarios de más de cincuenta países distintos. Y un hecho curioso. Un 25 % del total, provienen de América Latina.
En la época de la creación de la Legión, los voluntarios firmaban un contrato por tres años, con cláusulas muy rigurosas.
A los que desertaban, si se los apresaban, se los enterraba en la arena hasta el cuello, hasta que los chacales, si no morían antes, los mataban.
Actualmente se han suavizado los reglamentos. Los contratos son por un año y a los desertores se los castiga si, pero con penas mucho más leves.
Hoy, la Legión cuenta con menos de ocho mil legionarios y tiene un símbolo característico: una gorra blanca con una visera llamada kepis.
Para incorporarse a la misma, es necesario tener más de 18 años y menos de 40.
Desde 1962, a raíz de la independencia de Argelia, este país, lógicamente, dejó de ser colonia francesa.
Entonces, el gobierno francés trasladó también, sus cuarteles a Francia, donde están actualmente.
Muchos años después, en 1931, España creó un cuerpo de legionarios extranjeros con sede también en el norte de África, en Marruecos, que en este caso se denominó Tercio.
Pero volviendo a la Legión Extranjera, cumplió una eficiente tarea en Bosnia, en 1995, en la guerra que disgregó a la ex República de Yugoslavia.
También integró la fuerza de paz, que las Naciones Unidas llevaron al Líbano en el 2002.
Y un episodio final.
Hace muchos años, un soldado integrante de la Legión Extranjera, algo ebrio, le confesó a un camarada, que él mismo, era el famoso asesino X, al que en Bélgica buscaban hacía muchos años, sin haber podido capturarlo.
Posteriormente ambos se distanciaron y el legionario que había oído la confesión, delató a su ex amigo, ante los oficiales superiores.
Estos, ni siquiera interrogaron al asesino y condenaron al delator a 6 meses de cárcel por doble deslealtad. Hacia su compañero y hacia la Legión, por transgredir los reglamentos, que establecían no averiguar ni tomar en cuenta los antecedentes de los voluntarios.
Y he querido hoy, traerles algunos datos sobre esta institución, formada en buena proporción, sin duda, por hombres melancólicos y golpeados por la vida.
Y un aforismo final, como homenaje a estos seres que quisieron atenuar las heridas de sus almas.
“Ningún presente, está totalmente libre del pasado”