lunes, diciembre 9, 2024

Dalmacio Velez Sarsfield por José Narosky

“El verdadero creador necesita ser comprendido, no admirado”.

Para los que hemos culminado una carrera de Derecho, el nombre de Dalmácio Vélez Sarsfield, nos resulta muy familiar. Porque fue nada menos que el redactor del primer Código Civil Argentino.

Para poder graduarnos, debimos aprobar materias como: Derecho Civil, Obligaciones, Derechos Reales, Derechos de Familia o Sucesiones, todas ellas, basadas en una obra inmensa y valiosísima, como lo es el Código Civil, recientemente reformado.

La tarea de Vélez Sársfield, es la hazaña intelectual más grande que haya cumplido un argentino.

Completó –y no creo exagerar- la obra de la independencia de nuestro país, reemplazando con ventaja las instituciones del ex Virreynato del Río de la Plata, ya caducas.

En 1864, el Poder Ejecutivo le encomendó a Vélez Sársfield la tarea de formular un Código Civil que aludise a las relaciones privadas de los hombres desde el matrimonio y la adopción, hasta los problemas de medianeras, testamentos, etc..

Un gran acierto, fue designar para esa tarea a Vélez Sarsfield, abogado cordobés recibido a los 22 años.

Porque el Derecho Civil debe ocuparse de los hechos, de la vida misma. Y nuestra figura, no sólo había vivido ya 64 años –habia nacido en el 1800- sino que había reflexionado mucho, sobre lo vivido.

El Código Civil se compone de más de 5.000 artículos.

Vélez Sársfield, tuvo la ayuda de tres personas. Y un día de septiembre de 1869 –la tarea le demandó 5 años- fue promulgado por Sarmiento y Avellaneda, el Código Civil Argentino.

Vélez Sársfield, nació un 18 de febrero de 1800, en Córdoba, en el Valle de Calamuchita.

Siendo un niño aun, con tan sólo 10 años, le tocó oír, el Grito de
Libertad de 1810, y después, las grandes campañas militares, la independencia, y la anarquía posterior.

A los 22 años, ya abogado, se radicó en Buenos Aires. Y a los 25 fue el diputado más joven que se sentó en el Congreso.

Luego, fue Senador Nacional, co-redactor con Acevedo del Código de Comercio, otra obra monumental. Y más tarde Ministro de Hacienda del Presidente Mitre y Ministro del Interior de Sarmiento.

Cuando estaba redactando el Código Civil, se le presentó un joven, alto, que vestía modestamente.

-Soy estudiante de derecho -le dijo a nuestro hombre- y tengo horas libres, buena letra –no existían las máquinas de escribir- y poseo facilidad para la gramática. Además –agregó- para Ud. trabajaría gratis.

A Dalmácio Vélez Sársfield le gustó su porte y su presentación y lo tomó de inmediato. El escribiente mostraba una personalidad propia e incluso discutía firmemente con Vélez Sársfield el enfoque de algunos artículos.

Cuando Avellaneda asumió su cargo de Presidente de la Nación, Vélez Sárfield le recomendó para ministro a su ex escribiente ya abogado y Avellaneda aceptó la sugerencia. No muchos años después, este joven, llegó a ocupar, él mismo, la Presidencia de la Nación. Se llamaba Victorino de La Plaza. ¿Su primer decreto?, ordenar la creación de un monumento a Dalmácio Vélez Sársfield, que ya había fallecido.

Porque un 30 de marzo de 1875, a los 75 años, moría el autor de nuestro primer Código Civil.

Hilario Ascasubi, el autor de “Santos Vega” –gran amigo de Vélez Sársfield- dijo en su entierro: -“Vélez Sársfield, fue un hombre muy seguro de sus ideas, y muy respetuoso de las ajenas. Honrémoslo, porque dio claridad a nuestra vida institucional.” Estas palabras de Ascasubi, traen a mi mente este aforismo, como homenaje de gratitud por esa luz que Vélez Sársfield dio a nuestra organización como país.

“El resplandor deslumbra. Pero sólo la claridad, ilumina”.

Para poder graduarnos, debimos aprobar materias como: Derecho Civil, Obligaciones, Derechos Reales, Derechos de Familia o Sucesiones, todas ellas, basadas en una obra inmensa y valiosísima, como lo es el Código Civil, recientemente reformado.

La tarea de Vélez Sársfield, es la hazaña intelectual más grande que haya cumplido un argentino.

Completó –y no creo exagerar- la obra de la independencia de nuestro país, reemplazando con ventaja las instituciones del ex Virreynato del Río de la Plata, ya caducas.

En 1864, el Poder Ejecutivo le encomendó a Vélez Sársfield la tarea de formular un Código Civil que aludise a las relaciones privadas de los hombres desde el matrimonio y la adopción, hasta los problemas de medianeras, testamentos, etc..

Un gran acierto, fue designar para esa tarea a Vélez Sarsfield, abogado cordobés recibido a los 22 años.

Porque el Derecho Civil debe ocuparse de los hechos, de la vida misma. Y nuestra figura, no sólo había vivido ya 64 años –habia nacido en el 1800- sino que había reflexionado mucho, sobre lo vivido.

El Código Civil se compone de más de 5.000 artículos.

Vélez Sársfield, tuvo la ayuda de tres personas. Y un día de septiembre de 1869 –la tarea le demandó 5 años- fue promulgado por Sarmiento y Avellaneda, el Código Civil Argentino.

Vélez Sársfield, nació un 18 de febrero de 1800, en Córdoba, en el Valle de Calamuchita.

Siendo un niño aun, con tan sólo 10 años, le tocó oír, el Grito de
Libertad de 1810, y después, las grandes campañas militares, la independencia, y la anarquía posterior.

A los 22 años, ya abogado, se radicó en Buenos Aires. Y a los 25 fue el diputado más joven que se sentó en el Congreso.

Luego, fue Senador Nacional, co-redactor con Acevedo del Código de Comercio, otra obra monumental. Y más tarde Ministro de Hacienda del Presidente Mitre y Ministro del Interior de Sarmiento.

Cuando estaba redactando el Código Civil, se le presentó un joven, alto, que vestía modestamente.

-Soy estudiante de derecho -le dijo a nuestro hombre- y tengo horas libres, buena letra –no existían las máquinas de escribir- y poseo facilidad para la gramática. Además –agregó- para Ud. trabajaría gratis.

A Dalmácio Vélez Sársfield le gustó su porte y su presentación y lo tomó de inmediato. El escribiente mostraba una personalidad propia e incluso discutía firmemente con Vélez Sársfield el enfoque de algunos artículos.

Cuando Avellaneda asumió su cargo de Presidente de la Nación, Vélez Sárfield le recomendó para ministro a su ex escribiente ya abogado y Avellaneda aceptó la sugerencia. No muchos años después, este joven, llegó a ocupar, él mismo, la Presidencia de la Nación. Se llamaba Victorino de La Plaza. ¿Su primer decreto?, ordenar la creación de un monumento a Dalmácio Vélez Sársfield, que ya había fallecido.

Porque un 30 de marzo de 1875, a los 75 años, moría el autor de nuestro primer Código Civil.

Hilario Ascasubi, el autor de “Santos Vega” –gran amigo de Vélez Sársfield- dijo en su entierro: -“Vélez Sársfield, fue un hombre muy seguro de sus ideas, y muy respetuoso de las ajenas. Honrémoslo, porque dio claridad a nuestra vida institucional.” Estas palabras de Ascasubi, traen a mi mente este aforismo, como homenaje de gratitud por esa luz que Vélez Sársfield dio a nuestra organización como país.

“El resplandor deslumbra. Pero sólo la claridad, ilumina”.

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