El ministro de Salud porteño se refirió al escenario de la pandemia en el distrito. Más allá de la estabilidad en la curva de infectados, llamó a la sociedad a «no descuidarse».
«Seguimos con una meseta alta», expresó el funcionario, que a la vez admitió que la reapertura de actividades «hace más lento el descenso» de la cantidad de casos.
En el informe porteño de hoy sobre la pandemia, Quirós indicó que la curva lleva siete semanas estable y tras un pico de un promedio de 1.300 casos en agosto se mantiene en 1.100, aunque la semana pasada pasó a 1.150 y volvió a descender en los últimos días. «La curva está estable, pero no nos tenemos que relajar con los cuidados», admitió.
No obstante, el ministro justificó las reaperturas graduales y programadas en las necesidades económicas y psicológicas de la población por la larga cuarentena, a la que definió como «precoz y exitosa gracias al trabajo del Ministerio de Salud de la Nación junto a las jurisdicciones».
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A pesar de reconocer el crecimiento de casos a nivel nacional, Quirós rescató en que la Argentina se «pudo mejorar el sistema de salud, sobre todo en el AMBA (el Área Metropolitana de Buenos Aires) y la gente fue atendida en forma oportuna y con calidad».
El funcionario marcó el dato de la tasa de letalidad del 2,1% para ponderar la respuesta del sistema de salud argentino, mientras que el mayor índice en la Ciudad, del 2,4 por ciento, lo explicó con «la mayor cantidad de gente mayor».
«Eso se pudo ver en los barrios populares, donde la población es más joven», ya que hubo una tasa de letalidad hasta el 94.,momento del uno por ciento.
Hasta el momento, en la Ciudad de Buenos Aires se enfermaron de coronavirus 94.331 personas, murieron 2.290 y fueron dadas de alta 29.916. En tanto, se informó que hay 282 pacientes en unidades de terapia intensiva de hospitales porteñas,cuya ocupación total de camas del servicio era del 62%.
Quiroz ponderó el valor de la información «transparente para que la ciudadanía decida cuidarse y cuidar a los demás», mientras que criticó el modelo «paternalista» en las que los gobernantes le dicen «a la gente todo lo que tiene que hacer».