“La modestia de los grandes confirma su grandeza”.
Un poeta argentino, fue el autor de unos versos que sin duda, conocen el 95% de los habitantes de nuestro país.
Este poema, al que se le sumó una hermosa música, es más famoso que su propio creador, que fue Vicente López y Planes.
Se trata obviamente de la letra del Himno Nacional.
Ha habido en la literatura universal, obras famosas cuyos autores han permanecido casi desconocidos. Por ejemplo todos conocemos o hemos oído mencionar a Alicia en el País de las Maravilllas pero poco recuerdan a Lewis Carrol su autor. También es conocido Lo que el Viento se llevó, del cual se hizo una película. Pero casi nadie recuerda a Margareth Mithchell, su creadora.
Un 11 de mayo de 1813, hace más de 200 años, la Asamblea General Constituyente, en solemne sesión, declaraba a la denominada inicialmente “Marcha Patriótica”, escrita por el diputado Vicente López y Planes, con música del maestro español Blas Parera, como única canción patria de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Simultáneamente, se daba a conocer un decreto en el que se disponía, que a partir de ese momento era obligatoria su ejecución, al iniciarse todo acto público.
Y un dato curioso. Los originales de la canción patria se han perdido, pero esta marcha –que lo es- perdurará sin duda para siempre, en el corazón de los argentinos.
Dicho esto con la clara diferencia entre patriotismo, que es amor a la patria en la que se ha nacido y patrioterismo, que es ceguera espiritual y que no puede comprender el amor de otros hombres por sus respectivas patrias.
Pero, quiero relatarles el origen del himno. Es curioso.
López y Planes, que tenía 27 años, se inspiró, para componer tan vibrante letra, luego de asistir un 25 de mayo de 1812, a una representación teatral, que conmemoraba el segundo aniversario de la Revolución de Mayo.
Incluso en el teatro –con lápiz- escribió sobre el programa, casi en la penumbra, los primeros versos:
“Oid mortales el grito sagrado…”
La tituló originariamente “Marcha Patriótica”.
Constaba de 9 estrofas, no de 4 como se canta hoy y además, de una cuarteta o coro.
Y algo sobre este ser humano que creo esta bella letra
La vida de López y Planes fue multifacética.
A los 21 años combatió en las Invasiones Inglesas, llegando al grado de capitán. Fue también abogado y Ministro de Hacienda, de Relaciones Exteriores, y Gobernador de Buenos Aires.
Pero lo que se conoce poco, es que fue Primer Magistrado de la Nación – aunque provisional- a los 42 años, y solamente durante 36 días, por renuncia de Rivadavia.
Y finalizo con una anécdota que lo define.
La mañana del 10 de octubre de 1856 se sintió morir.
Tenía 71 años. Hizo llamar a todos sus familiares, entre los que se encontraba su hijo Vicente Fidel López, que había sido también su ministro.
Con total lucidez y con una serenidad que sólo la grandeza otorga, les habló sonriendo.
-“No deben llorar por mí”, les dijo. Y agregó
-“He logrado lo que pocos argentinos.
Combatí por mi país, lo representé como Diputado, como Gobernador e incluso como Primer Magistrado.
Pero lo que más valoro es haberles dado a mis compatriotas un himno, que espero les sirva para valorarse y para unirse”.
Y agregaba ya con un débil hilo de voz:
-“Se que sólo tengo pocos minutos de vida.
Pero quiero recitar por última vez la Canción Patria.”
Su voz se iba apagando.
Pero alcanzó a decir con los ojos casi cerrados, los últimos versos:
-“Sean eternos los laureles
Que supimos conseguir
Coronados de gloria vivamos
O juremos con gloria morir”.
Y Vicente López y Planes murió, por cierto, con gloria.
Su vida y su grandeza final traen a mi mente este aforismo
“La muerte de un gran hombre, no es una muerte individual”.